17.9.18

¿Qué querés ser cuando seas grande?

San Sebastián (O Donostia, como le dirían en Euskera) es una ciudad de la que siempre oí hablar porque ofrece uno de los festivales más importantes a nivel mundial de cine. Es por esto que, cuando la visité hace unos días, justo antes del famoso festival, no pude evitar pensar y repensar mi carrera. Técnicamente soy directora de cine, cuento con un título que lo avala y todo, pero además me gusta pensarme como crítica cinematográfica.
Un crítico de cine es similar a un filósofo. Cuestiona la película que acaba de visionar, arma posibles teorías (muchas veces conspirativas), se pregunta acerca de las decisiones de un director, investiga otras disciplinas para que sus conclusiones no suenen descabelladas, indaga intertextualidades y, finalmente, arma un conjunto de ideas que intenta desarrollar en algunas líneas, tratando que sea coherente y que destaque frente a las reseñas de otros (después de todo, hay que llamar la atención para hacerse de un sueldo)…

                                                                     San Sebastián, Euskadi
Siempre necesario -poco solicitado-, el crítico va por ahí cultivando sus reseñas, haciéndose un nombre (o al menos, lo ambiciona) y ofreciendo una perspectiva personal de la película. Es por eso que aspiro a hacer crítica; estoy en una etapa de crecimiento donde busco nutrirme de los diferentes puntos de vistas narrativos que tienen para ofrecer los directores de cine. Algún día tendré el privilegio de conocer un festival internacional por dentro, ser la fotografiada y no la fotógrafa, recibir premios por un guión escrito y no abucheos por tratar mal a películas de dudosos ideales. Pero, y mientras tanto, me dedico a escribir críticas, porque como decía Fernando Pessoa: “La función última de la crítica es que satisfaga la función natural de desdeñar, lo que conviene a la buena higiene del espíritu”.

No comments:

Post a Comment